La soberanía y la democracia popular a cambio de la reelección o el reformismo.
El panorama político de Colombia, en términos generales, con el objeto de poder tomar la decisión definitiva para la votación del 28 de Mayo, lo podemos determinar en la siguiente forma:
Uribe, quien aspira a la reelección, firmó el TLC con Estados Unidos, en condiciones desventajosas para el país, y aspira aprobarlo en el Congreso en la nueva legislatura, está interesado en una serie de reformas que nos atan aún más al hegemonismo norteamericano y como consecuencia a mayores impuestos para cubrir los faltantes y continuar la guerra; como parte adicional del drama, prosigue la privatización y la desnacionalización de las empresas (caso Avianca, Bavaria, Telecom). Algunos hablan de la recuperación de los indicadores económicos, sin darse cuenta de que no obedece a las virtudes de la política económica uribista, sino al empuje de los países emergentes, que como China e India requieren metales, materias primas y energía para sus proyectos, pagando buenos precios. Su cruzada contra la violencia no tiene resultados promisorios, la estructura de los grupos violentos al margen de la ley está prácticamente intacta; para cubrir las apariencias, su imagen ha sido favorecida por los medios de comunicación.
El Candidato liberal, Horacio Serpa, representante de la clase política tradicional, habiendo representado al gobierno de Uribe en la embajada de la OEA, viene perdiendo respaldo y muchos de sus jefes se están deslizando hacia el uribismo y sus bases sociales hacia el candidato del Polo. Su deslucida campaña, comenzó anunciando su apoyo a Carlos Gaviria, en caso de que éste se convirtiera, como está ocurriendo, en el contrincante de Uribe en una posible segunda vuelta.
Carlos Gaviria, del Polo Democrático Alternativo, con el apoyo del Partido Comunista y el Moir, viene en ascenso en las encuestas y ha superado a Serpa, asegura que el TLC ya fue firmado, entonces, ahora solo queda evitar su impacto o colocarlo a consulta, evitando, de esa manera, comprometerse con los sectores que impulsan la resistencia civil, propuesta que se asemeja a la rebelión de los jóvenes franceses para derrotar el nuevo contrato laboral, pero que acá se propuso desde años atrás. Es un personaje más de la “oposición complaciente” que está en boga en Suramérica (Lula, Kirchner, etc). En esa misma forma, considera que la solución al conflicto armado es negociando el ingreso de la guerrilla dentro del viejo estado y el respeto a la constitución de 1991, lo cual plantea, un cambio de personajes y estilo, para dejar la cosa igual, como lo viene haciendo Luis Eduardo Garzón en la Alcaldía de Bogotá, en llave con el “delfín” Juan Manuel Ospina Restrepo.
En el fondo, el voto por alguno de estos candidatos que tienen alguna posibilidad, no resuelve los problemas de soberanía, de protección a la producción nacional y regional, de mantenimiento de la integridad territorial, de la violencia, del cambio estructural, que garantice los derechos del pueblo y la nación. La abstención dejaría que los hechos siguieran su curso dentro de una confrontación entre la extrema derecha que representa el uribismo y la extrema izquierda que de alguna manera encarna la oposición reformista. La salida, a nuestro entender, es el voto en blanco que impediría que Uribe arrasara en la primera vuelta y que se consiguiera ir a la segunda, para que por lo menos quedara en claro que la acción de la política civilizada y civilista, hay que rescatarla para evitar que se imponga la ley de la selva entre los contrincantes de las extremas.