La iglesia expulsó a los maestros y miembros de la
Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca que habían pedido asilo para no ser reprimidos o encarcelados
por las autoridades estatales al mando del gobernador Ulises Ruiz y el Ejército mexicano.
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México y sus catedrales de hielo
Gritos en el cielo de Oaxaca
Es posible que acabemos sometidos al rumor destructivo de la violencia.
La iglesia negó refugio a dirigentes del movimiento popular de Oaxaca y los condenó a ser reprimidos,humillados, encarcelados,torturados o inclusive asesinados.
La iglesia ya no puede ser casa de los desposeídos,necesitados y mucho menos de los condenados a muerte por los sicarios del gobernador Ulises Ruiz.
Si la iglesia como institución moral,
no puede garantizar a su comunidad, que la ha mantenido por tantos siglos,
un refugio temporal para salavar vidas humanas, encarcelamientos injustos
y evitar torturas criminales contra sus miembros, entonces estamos frente a una situación desesperante de impotencia terrenal.
En el momento en que el arzobispo de Oaxaca, José Luis Chávez Botello y el obispo Oscar Campos, se negaron a solidarizarse con los dirigentes
de los maestros y miembros de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca,mediante la argumentación que no pueden permanecer en la catedral, porque no hay recursos, ni infraestructura para garantizar la seguridad de las personas, nos ponen a pensar, que ni la iglesia es segura.
Que estamos en total estado de indefensión ante un estado represivo.
Es decir, que se vive un auténtico estado de sitio,en donde el gobierno puede irrumpir en las iglesias en cualquier momento y violar los derechos humanos,en una sede que debe ser respetada,cuando defiende una causa justa y más en tiempos de guerra.
Y aunque propiamente no estamos en guerra,la APPO tiene un nuevo argumento para mostrar al Senado de la República, a la opinión internacional y al pueblo de México, que ni la iglesia puede garantizar que las huestes asesinas de Ulises Ruiz penetren a la iglesia y cometan toda clase de violaciones contra la misma iglesia y quienes se encuentren en ella.
Esto es muy importante para observar, que si la iglesia no sería respetada, mucho menos lo serían los miembros de la APPO.
Queda en entredicho que el arzobispo de Oaxaca tenga la voluntad moral para sostener su ayuda a los dirigentes populares para que permanezcan en la sede eclesiástica con el fin de mantener un refugio intocable para salvar vidas humanas y su integridad total.
¿Cómo explicar que el arzobispo de Oaxaca haya negado posada a los miembros de la APPO, cuando todos sabemos, que esto los condena automáticamente a sufrir el revanchismo y represión,tanto del gobierno de Ulises Ruiz, como de parte del gobierno federal?
¿No es acaso la sede religiosa una extensión del derecho celestial para proteger y auxiliar a los más necesitados,en este caso a los miembros
amenazados de la APPO?
¿Es posible admitir que el arzobispo de Oaxaca acepte las presiones del gobierno para expulsar a los miembros de la APPO para que los liquiden al momento de quedar sin protección?
¿Es moral de parte de la iglesia mexicana que se expulse a los necesitados porque dice no tener recursos, cuando México es el noveno país que apoya económicamente a El Vaticano y debe tener recursos suficientes como para ayudar a estos mexicanos en desgracia, también contribuyentes a la iglesia?
¿No sería posible que la iglesia de Oaxaca pudiera conseguir recursos del Episcopado Mexicano para apoyar a los miembros de la APPO?
Difícilmente se puede aceptar que la iglesia católica nacional,apoye y aplauda la presencia militar en Oaxaca y no apoye a la iglesia oaxaqueña en momentos en que se requiere salvar vidas humanas de representantes populares que pertenecen a la misma iglesia. Y aunque no pertenecieran a la iglesia,es una de sus misiones en la tierra ayudar al próximo,especialmente a los necesitados.
¿Cómo se puede oponer la iglesia apoyar causas populares de esta naturaleza, cuando es vital para ella, mostrar la solidaridad que reclama para recibir ayuda de los católicos que la integran?
¿Es que seguiremos resistiendo, a costa de poner en juego la vida de toda la Nación,sin recibir respaldo de quienes se ostentan como los representantes de Dios en la tierra, aunque no se apiaden de los más necesitados, en este caso los
amenazados de sufrir las acciones revanchistas de un gobernador aferrado a reprimir al pueblo con sus asesinos a sueldo, mismos que siguen balaceando a los que consideran sus enemigos por ordenes de Ulises Ruiz?
En tanto los gritos del silencio ensordecen. No hay nada, ni nadie que proteja a los necesitados y esto los hace ciertamente muy vulnerables, pero a la misma vez, mucho más fuertes al saberse olvidados por una iglesia que solo ve por sus intereses y se alinea con el gobierno,los poderosos y los represores.